Estuvieron quienes salieron solos a hacer las compras; parejas que caminaban más distendidas y sin bolsitas encima; y familias que aprovecharon la nueva etapa para salir con niños y bebés a cuestas. Eso sí: casi todos con barbijos y la mayoría, a una distancia prudente del otro.
Se vieron comercios que permitieron el ingreso de clientes a sus locales, otros que prefirieron atender desde la puerta, y algunos directamente no abrieron. En todos “la bienvenida” era una rociada de agua con alcohol.
La reapertura de la actividad comercial vespertina debutó con postales de todo tipo en el microcentro tucumano. A pesar del paro de transporte público, un considerable número de potenciales compradores -y probablemente varios camuflados también- abandonó el confinamiento por unas horas y se movió por calles y peatonales en busca de los artículos que consideraban de sus necesidad.
Las fotos de la flexibilización: el retorno a actividades que parecían olvidadasLos rubros más convocantes fueron sin dudas telefonía celular, electrodomésticos, mercerías, indumentaria deportiva, bazares, colchonerías y blanquerías. Largas filas se formaron en las puertas estos tipos de locales y acaparaban la atención mientras caían los últimos rayos de sol. En una de esas extensas hileras, en Maipú al 100, Juan esperaba junto a su novia poder comprar un celular nuevo. “Hace una semana que estoy sin teléfono, así que así o sí tenía que venir a comprar. No quedaba otra. Viene medio lerda la fila”, contó el joven, aún sin saber si podrían atenderlo antes de las 20 o si debería regresar hoy.
En la vereda del frente, Betty y Eva se expresaron sorprendidas por las decenas de personas que esperaban su turno en la empresa de telefonía. Al pasar por la Galería Maipú, totalmente cerrada, la primera le explicó a la segunda que tampoco se habilitaron los shoppings: “si nos portamos bien y no hay contagios van a abrir todo”. Al ser consultadas por las bolsas que llevaban acuestas, las mujeres resumieron: “necesitábamos muchas cosas porque va a nacer un bebé”.
Cambio de estación
También hubo quienes cargaban televisores de tantas pulgadas como días de aislamiento social obligatorio se cumplen. Otros con productos de limpieza en una mano y un tender en la otra. Pero en esa corriente de intercambio de dinero por bienes, el elemento dominante fue el cambio de estación. El confinamiento comenzó con jornadas de temperaturas máximas por encima de los 30°, mientras que por las noches las marcas apenas superan los 10°.
Hinchadas bolsas plásticas que no podían disimular los acolchados que llevaban en su interior, además de otras ropas de cama, predominaron en las peatonales. “Vinimos por una frazada y un juego de sábanas. Ya estaban haciendo falta”, confesó Susana Méndez, mientras esperaba sentada en un banco de la peatonal Mendoza que su marido terminara otras compras para retornar a casa.
Un centenar de policías monitoreando el comportamiento social, uno que otro quiosco de flores abierto, un vendedor ambulante que a pesar del otoño ofrecía zoquetes y nutridas hileras de taxistas sin mucha suerte aparecieron como actores de reparto del primer capítulo comercial.
De la consciencia social dependerá que el Gobierno no dé marcha atrás con la medida. O como explicó Betty a su compañera de compras: si nos portamos bien.